Puedes nadar y seguir teniendo un cabello estupendo. Aquí te explicamos cómo.

El agua salada, el cloro y el sol son una triple amenaza para tu cabello. Le quitan la humedad, dañan la cutícula y dejan las puntas frágiles y encrespadas. Al igual que la piel, el cabello es vulnerable al daño causado por los rayos UV, que pueden provocar sequedad, rotura y pérdida de color si no se toman algunas medidas preventivas.


Pero con el enfoque adecuado, puedes mantener tu cabello con un aspecto y un tacto saludables, incluso si pasas todo el verano entrando y saliendo del agua.


La primera regla es crear una barrera protectora. Una rápida pulverización de acondicionador sin aclarado o incluso un aceite ligero antes de bañarte puede proteger tu cabello de absorber demasiado sal o cloro. Enjuagar el cabello con agua dulce nada más salir de la piscina o del mar también ayuda. Evita que se forme esa sensación arenosa y áspera y evita que el cabello se reseque en exceso.


El cuidado después del baño se basa en la hidratación y el equilibrio. Un champú suave para eliminar cualquier residuo, seguido de un acondicionador hidratante, devolverá la suavidad al cabello. Si te bañas a menudo, un exfoliante o una mascarilla semanal para el cuero cabelludo mantendrá todo sano desde la raíz y aportará brillo a las puntas. Y no te olvides de los cortes regulares. Las puntas abiertas pueden aparecer más rápido cuando el cabello está expuesto al sol y al agua todos los días.